Sus ojos son como “llamas de fuego” (Apocalipsis 1:14) que penetran hasta lo más profundo del corazón. Nada se escapa de su vigilancia. Sin su evaluación, somos engañados y cegados por nuestros propios errores. Muchas veces nos preocupamos más por las estrategias del crecimiento de la iglesia o de las últimas tendencias, en lugar de preocuparnos por lo que Cristo piensa. Pero como John Stott nos recuerda, es la evaluación de Cristo lo que tiene importancia, Él es “el fundador, la cabeza y el juez
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